El jefe de Estación

 

Era verano, a finales de agosto, las fiestas de la villa habían culminado con un gran castillo de fuegos artificiales, pero la noche era joven.

Así lo pensaba la pareja que, invariablemente como cada año, pasaban las vacaciones en la llamada antaño villa de San Baudilio.

Antes de retirarse, como cada noche, la familia acudía al bar de la estación, se sentaban y allí veían un rato la televisión, en casa no tenían.

Montse, su hija de 8 años, había crecido verano tras verano al pie de la estación. La verdad, es que le gustaba enormemente ver pasar los convoyes he identificar sus composiciones.

Como de costumbre, a la menor oportunidad, con la excusa del lavabo, se deslizaba hasta el banco de piedra donde permanecía todo el tiempo hasta que sus padres la localizaban y volvían a la casa de verano.

Y allí la teníais feliz, ojeando el ir y venir de los trenes.

Sin embargo, aquel verano fue distinto, Montse no se resigno con la contemplación de los convoyes.

Siempre, al llegar a la Villa, al entrar el tren, la niña nunca dejaba de mirar la torre de encima del edificio de la estación.

Era de obra y tenia unos grandes ventanales de madera acristalados, dentro, una silueta con sombrero de plato parecía siempre estar atento a la entrada del ferrocarril.

- Ese señor se encarga de que los trenes no se estrellen, ­- Le contó su padre una vez.

- ¡Entonces es como el Capitán de un barco!

Sus padres rieron el comentario de su hija, en parte llevaba razón.

Acababa de sentarse y llego una locomotora de vapor arrastrando unos 12 vagones de potasa, debía de bajar de Sallent, un pueblo mas arriba de Manresa. El convoy no se detuvo, siguió su camino invariable al puerto donde dejaría su carga.

Montse volvió la vista a la Torre, esta, en su interior parecía oscura pero atrás luz se adivinaba la figura de aquel “Capitán” atento a aquella circulación.

Se levanto movida por la curiosidad y se encamino lentamente al pie del edificio que permanecía a oscuras al estar cerradas las taquillas, cruzo por delante de las cerradas puertas, hasta el otro extremo donde unas escaleras adosadas a la construcción conducían a la torre de aquel “Capitán”.

Las miro primero con detenimiento, ninguna barrera ni ningún letrero impedían el paso, Montse alzo el pie y empezó la ascensión lentamente. A dos escalones del rellano se detuvo, se inclino al tiempo que empujaba la puerta, esta, entreabierta, cedió a la presión. Dentro, casi a oscuras un hombre con el sombrero de “Capitán” de espaldas a ella, estaba en el otro extremo de la “habitación” con un extraño objeto en la cara mirando a lo lejos.

Montse subió los dos escalones que le faltaban sin dejar de observar al “Capitán” y su extraño comportamiento.

-¿Qué estas haciendo? -. Le pregunto con toda la inocencia de su edad.

El del sombrero, algo sorprendido, se volvió encontrándose a la chiquilla en el lindel de la puerta.

- ¿Y tu quien eres?-. Inquirió todavía asombrado

- ¿Yo...? Una niña. ¿Qué no lo ves?

La respuesta le dejo algo desconcertado.

- Sí. Ya lo veo. Pero... ¿No sabes que no puedes estar aquí?

- ¿Dónde esta el letrero? Yo no lo he visto.

La observación de la niña le dejo sin nada que objetar, era cierto que de letreros prohibitivos a aquel acceso no había ninguno.

- Bueno. Puede que tengas razón pero de todas formas no son horas para que una niña de tu edad este merodeando por estos sitios.

- ¡Estoy de vacaciones!

El del “sombrero” azul suspiro ante aquella nueva exclamación.

- ¡Todavía no me has contestado! -. insistió Montse.

- Estaba... tratando de ver el tren que baja de Martorell con este viejo catalejo.

Le respondió volviéndose de nuevo a su posición inicial.

- ¿Y lo puedes ver?

- Todavía no, la montaña de la cooperativa lo oculta, pero aparecerá tarde o temprano.

La niña se acerco al “Capitán” poniéndose a su lado tratando de ver aquel tren.

- ¿Por qué lo estas esperando? Que yo sepa, el maquinista sabe donde debe detenerse. ¿No?

El hombre sonrió sin dejar de mirar el oscuro horizonte.

- Si que lo sabe pero este es algo especial, esta circulando con una ligera perdida en la bomba de frenado, mi labor consiste en detenerlo aquí.

- ¿Entonces harás que todos sus pasajeros dejen el tren?

El “Capitán” bajo el catalejo un breve instante: “¿Cómo diablos sabia esa niña tanto de trenes?”

- Cambiaran de tren simplemente -. Comento volviendo a alzar el catalejo: Detrás de este baja otro a 10 minutos.

- Sí, ya lo sé, una UT Man con remolque, procede de Igualada.

El hombre bajo la mirada mas que sorprendido.

- ¿Cómo sabes tu, una niña de tu edad, todo eso?

La pequeña, sin volver la mirada, alzo los hombros.

- Paso muchas horas en esta estación, es lo único interesante que hay en este pueblo.

El “Capitán” frunció el entrecejo.

- ¿Es que no tienes amiguitas de tu edad?

- ¡Si pero son todas unas tontas! Solo saben jugar con muñecas y hacer comiditas-. Respondió sin dejar de mirar al oscuro horizonte.

La respuesta pareció dejar algo desconcertado al “Capitán”.

- Me parece que aquella luz que se asoma pertenece al “Naval 5000”-. Alerto de golpe la niña.

El “Capitán” parpadeó desconcertado al tiempo que alzaba el viejo catalejo y confirmaba la alerta de la niña.

Sin pensarlo se alejo en silencio de la ventana dejando en la repisa el catalejo y se dirigió al grupo de palancas alienadas que tenia detrás. Con el pie desbloqueo una al tiempo que con las manos traía una para sí, una vez hecho este movimiento y ante los curiosos ojos de la niña, recogió de nuevo el catalejo ojeando la llegada del convoy.

- ¿Cómo sabes si has cambiado las agujas?

El “Capitán” demoro un instante la respuesta y sin dejar de mirar por el artilugio respondió...

- ...Cada marmita tiene una señal iluminada en el cambio de agujas, cuando gira cambia de color, rojo en desvió y verde en línea ¡Mira! El tren ya entra.

La niña ya dirigía la mirada a la entrada de la estación. El Naval 5000 rodaba despacio en su entrada y sus ruedas lo condujeron al anden nº 3 tal y como el “Capitán” había previsto.

El convoy se detuvo sin más y fue entonces cuando una voz de megafonía anunció a los pasajeros el cambio de convoy.

El “Capitán” y la niña observaron en silencio como el pasaje con cara de sorpresa y enojo empezaba a abandonar el tren averiado, entonces de algún lugar de aquella estancia sonó un intermitente y extraño zumbido.

El “Capitán” se acercó en la penumbra a un rincón descolgando una especie de teléfono. era la primera ves que la niña veía uno de aquellos, pero lo que más le extraño era la cara del “Capitán” que a medida que escuchaba lo que le decían por aquel artilugio parecía ensombrecer su rostro.

- ¡¿Y por que le habéis dejado salir?! Tengo una circulación bajando de Palleja y él ultimo de pl. España que ahora por vuestra culpa esta detrás del mercancías que sube del “Morrot”. ¡¿Qué queréis que haga?! ¿Qué los reúna a todos en el patio de andenes y juguemos al julepe?

- .....

- ¡Naturalmente que tengo andenes vacíos! -. Respondió el “Capitán”

- Pero no es lo que ordenan las ordenanzas. ¡El mercancías debía estar detrás de la circulación salida de Barcelona y no al revés!

En aquel momento, tres toques de silbato en la lejanía, pareció sonar al otro lado del rió. El “Capitán” volvió su rostro alarmado en aquella dirección.

_- ¡Ya lo tengo en la entrada del puente! Ahora dejádmelo a mí. ¡Estoy seguro que la circulación se haya saliendo de la estación de Hospitalet! ¡Paradlo por lo menos 10 minutos en Cornella mientras yo arreglo la situación aquí! _-. Y colgó sin más, recogió de nuevo el catalejo y lo dirigió en aquella dirección. Las luces del mercancías indicaban que estaba detenido antes de la aguja de bifurcación esperando la señal que le indicara la entrada al puente sobre el rió Llobregat que era de vía única.

El “Capitán” ignorando a la chiquilla que le observaba en silencio, repitió la misma operación que hiciera con el convoy averiado. eligió la palanca mas extrema, la más cercana a la puerta de acceso a aquella torre, hizo los mismos gestos, el pie en el desbloqueo y las dos manos moviendo para sí la, en apariencia, pesada palanca.

Repitió la operación dos veces mas con otras tantas.

Una vez realizado estos movimientos y tras asegurar el cambio de aguja se dirigió a la pared, pulsó unos botones y en el acto cambiaron unas luces de rojo a verde. El “Capitán”, siempre ignorando la presencia de la niña, se acerco de nuevo al ventanal con el catalejo en el rostro.

El mercancías, con un toque de silbato, anuncio su puesta en marcha y al cabo de unos 5 minutos entraba en la estación de San Baudilio arrastrando tras de sí los vagones vacíos deteniéndose en él anden nº 1. el reservado a los grandes recorridos.

- ¿Por qué no lo has enviado a una vía más secundaria? Si esta subiendo uno de Barcelona, esa vía no debería estar ocupada.

El “Capitán” la miró como si no la viera. Fue de nuevo en aquel instante que el tren procedente de Igualada anuncio su llegada a través de tres largos toques de silbato. Se había detenido a la entrada de la estación.

Montse se dirigió a la ventana seguido del “Capitán”.

- ¿Qué le ocurre? ¿Por qué se ha adelantado al horario previsto -. Señalo la niña ya algo impertinente añadiendo: ¿Por qué no entra?

El hombre no respondió, no se atrevía a confesar que se había olvidad de el. Se volvió de nuevo hacia las palancas y volvió a operar una de ellas. El tren, una unidad tractora Man con remolque, anuncio de nuevo su entrada en la estación con un toque de silbato deteniéndose al lado del mercancías. Una voz de megafonía anuncio a los pasajeros con destino Barcelona el destino del recién llegado.

Pero el “Capitán” no paraba, ante los ojos silenciosos de la niña volvía a estar detrás de aquellas palancas operando a través de ellas, tras eso, volvió a pulsar los botones luminosos que volvieron a cambiar de color.

El mercancías, con la vía expedita y la luz verde, anuncio con un toque de silbato su marcha de la estación.

- ¡Eso, lárgate ya! -. De nuevo sonó aquel zumbido intermitente. El “Capitán” volvió a descolgar el “teléfono”

-...

- ¡Perfecto! Eso me da tiempo para que la circulación cruce el puente. ¡Os llamare cuando lo halla hecho!¿De acuerdo...? Hasta luego.

En silencio se acerco de nuevo al amplio ventanal a observar la operación de embarque del convoy. La casi totalidad del pasaje de Martorell con destino a la gran ciudad se hallaba en el interior. Otros, todavía se les veía enojados pero seguían accediendo al interior.

La niña se alejo de la ventana, era ya tarde.

Cuando el jefe de tren creyó que todos los pasajeros eran a bordo, a toque de bocina anuncio el cierre de las puertas del convoy. Una vez todas cerradas el toque de silbato anuncio la puestas en marcha de la Unidad Tractora que majestuosamente reanudo su caminar.

En aquel momento otro personaje entró en aquella estancia sorprendiendo a nuestros personajes pasando al lado de la niña sin verla.

- Una noche movida, ¡¿He Paco?! -. Exclamo el recién llegado sin advertir la presencia de la “intrusa”.

- Y que lo digas. -. Respondió el aludido sin volverse -. Esos “cazurros” de la central no se les ha ocurrido una mejor idea que dejar pasar un mercancías delante del ultimo de Barcelona solamente por que debe estar en destino antes de las once de la noche.

El recién llegado dio un vistazo al panel de lucecitas.

- ¿Es el que sube a Suria? -. Pregunto sin ganas.

- Sí. Pero en Martorell hay otro que esta esperando vía para Sallent -. Protesto el “Capitán” -. Y encima tienen a la Garrat 105 averiada en Monistrol.

- Si pero eso a ti no te debe preocupar -. Manifestó el recién llegado al tiempo que se colocaba a su lado observando el mismo panorama -. Esta fuera de tu control. Ya se encargara la central de arreglar ese tema.

- ¡¡Ahora se entiende él por que de los accidentes ferroviarios!! -. La niña no pudo resistir estar en silencio. Escuchando a los hombres, había llegado a una triste resolución, y ante la sorpresa de ambos, está manifestó su parecer vivamente enfadada.

-. ¡Saben lo que esta ocurriendo y no hacen nada para evitarlos! Esa central se salta las normas y ustedes, aun a sabiendas, ni siquiera se les ocurre de dar parte de ello. ¡¡Llámadlos y expliquen lo que ocurre!! A lo mejor, en ese sitio hay otra persona de su misma opinión.

Los dos hombres se miraron entre sí sorprendidos ante la extraña “reprimenda”

- ¿Quién... es esta niña? -. Logro preguntar el recién llegado al llamado ahora Paco sin poder salir de su asombro.

Sin dar tiempo a contestar a su interlocutor, fue de nuevo la niña quien respondió.

-. ¡Me llamo Montse, estoy de vacaciones con mis padres que están cenando abajo y ustedes, con todo los aparatos que tienen aquí arriba, solo se les ocurre pasar la responsabilidad de una posible negligencia a esa central sin siquiera notificarlo!

- ¡Es la hija de unos pasajeros! -. Informo el “Capitán” a aquel que parecía su superior.

- ¿La hija de unos pasajeros dices? -. Repitió el recién llegado perplejo: ¡¿Es que no sabes que esta prohibida la entrada a estas instalaciones a todo el personal que no pertenezca a ellas?! -. Casi chillo el hombre.

- ¡En las escaleras no hay ningún letrero que prohibirá la entrada! -. Advirtió Montse sonriente saliendo en defensa de aquel tal Paco a aquel aparente superior añadiendo con actitud mas bien cínica -. Aunque creo que si debería de haberlo. ¿Lo dirán a esa central para que lo ponga la próxima vez?

- ¡¿Que próxima vez, Jovencita?! -. Vociferó el hombre: Te aseguro que como te vuelva a pillar en la torre, te pegare una azotaina que me recordaras el resto de tu vida. ¡Anda y vuelve con tus padres que es donde debes estar!

Pero la niña no se dejo amedrentar.

- Esa ordenanza si que esta dispuesto a cumplirla. ¿Verdad “general”?___. Le respondió: Pero a los trenes y los pasajeros que van en ellos que les den morcilla. ¡Cuándo ya no están bajo su control, que otros se ocupen de ellos!

No dijo más. Se volvió y salió de la estancia escaleras abajo desapareciendo de la mirada de los dos sorprendidos hombres.

Trascurrieron unos segundos antes de que Paco se atreviera a abrir la boca.

- Ya sé que no es mi función pero... ¿no creo que nos costara mucho notificar por teléfono todas estas incidencias a la central -. El otro se lo miro en silencio. Paco prosiguió ___. Al fin y al cabo esa niña lleva algo de razón, no creo que tengamos suficiente con dejar por escrito todo lo acaecido esta noche.

El otro dudo unos segundos antes de responder.

-... Estoy de acuerdo. Hazlo ahora mismo, pero en lo referente a lo escrito, omite la presencia de esa niña en la torre, ambos no deseamos un mal expediente de la compañía en nuestra contra. Voy abajo a repasarlo todo. Que pases una buena noche, Paco.

- Lo mismo te digo Jefe.

El jefe bajo las escaleras pensativo. Las palabras de la pequeña parecía que le habían hecho recapacitar. Doblo al terminar las escaleras pasando por delante de la estación encaminándose al ahora vacío anden nº 4 cruzando por delante de la salida, allí de detuvo un instante preso de sus razonamientos.

- Ya la has conocido. ¿No?

La voz sonó detrás de él y el se volvió con el ceño fruncido. Una mujer morena con los cabellos recogidos en un moño le miraba fijamente a unos tres pasos de el con los brazos cruzados.

- Y tu vuelves como cada verano, Núria -. Le respondió sin emoción. - ¿No temes que nos vea? -. Añadió moviendo la cabeza hacia el lado del bar-restaurante refiriéndose al marido de la mujer.

- Esta entretenido con la niña ahora. ¿Qué te ha parecido Montse?

- ¿Es así como se llama? La verdad es que lo ignoraba-. Dijo con acentuada indiferencia: La has mandado arriba tu ¿verdad?

Ella lo negó con un movimiento de cabeza.

- Es igual que tu. Le gusta con delirio los trenes. Por eso dejamos que visite la estación todos los veranos.

- ¿Dejamos?-. Señaló extrañado: ¿Es que el lo sabe?

- Cuando me case, él conocía mi estado.

-¿Sabe también que cuando lo intuí ni siquiera quisiste hablar conmigo?

- Por eso estamos aquí hoy, Ramón -. Respondió la mujer con toda la serenidad que le fue posible: Por que tal vez no nos veras nunca más.

El hombre aparento mas indiferencia todavía. Aunque aquellas palabras no le eran del todo indiferentes.

¿No temes que le ocurra algo? -. Advirtió ignorando las últimas palabras de la mujer ___. Es un lugar muy peligroso para una niña de su edad.

- Es tu hija Ramón -. Señalo la mujer -. ¿Qué le puede ocurrir a una niña en el sitio donde se la engendro?

Por una fracción de segundos, el silencio se adueño de la estación.

- De eso ya hace nueve años Núria. Fue un error tanto mío como tuyo. ¿Por qué me lo recuerdas ahora? En todo este tiempo solo te he visto como venias y te ibas. Ni una solo mirada. Ni una respuesta a mis cartas. Solo la semblanza de la pequeña conmigo me hizo sospechar que era mi hija.

- Y lo has disimulado tan bien que incluso yo, hasta hoy, he creído que lo ignorabas -. Le recrimino.

- ¿Él no lo sabe?

La mujer no respondió a aquella pregunta

- Es tu hija Ramón -. Señalo: y él la esta educando.

El hombre respiró muy hondo.

- ¡Nos vamos, Ramón! -. Dijo la mujer de golpe manteniendo la calma ante la aparente frialdad del hombre -. Como ya te he dicho no creo que nos vuelvas a ver en mucho tiempo. Solo he querido que ella, sin que lo sepa, conociera a su padre biológico. Y eso ya es una realidad.

El hombre no respondió. Se limito a permanecer en silencio escuchando aquellas palabras de la mujer. La única que había amado en su vida.

- Adiós Ramón. Recuérdenos siempre.

La mujer se dio la vuelta y volvió al bar-restaurante dejando solo al hombre en el anden vacío con sus pensamientos.

- Adiós Núria -. Murmuro viendo como desaparecía tras la puerta de entrada al restaurante siendo recibida por su familia -. Adiós hija. ___. Se dijo en silencio mientras empezó a caminar hasta el final del andén. Allí, adentrándose en la oscuridad solo con la luz de la luna se acerco a un viejo automotor habilitado en sus últimos años como vagón de pasajeros.

Fue allí, en su interior, una noche loca de S. Juan algo mas de ocho años donde ocurrió todo. El viejo Ferrostal, una idea fallida muchos años atrás de la compañía, fue testigo mudo de ello.

La orden de desguace dormía en el cajón de su despacho desde hacia ya mucho tiempo.

Mañana por la mañana le daría el curso requerido firmándole. Era hora de cerrar etapas en su vida. Aquella firma la cerraría de alguna manera.

FIN

Publicado por Badia 4000 Exclusivo para el Blog