El Guardabarreras

Antonio tenía 58 años. Llevaba casi cuarenta en aquél cruce que con el tiempo había ganado gran cantidad de tráfico. Gloria, su mujer, le decía siempre en broma que algún dia se moriría y su espíritu regresaría al menos una vez para evitar una desgracia ya que mientras él había estado al cargo, jamás había ocurrido nada que reseñar en el parte de incidencias.

Vivian ambos en una pequeña casita que la compañía les había facilitado justo al lado del paso a nivel como responsable de la barrera.

La estación más próxima se hallaba a unos 3 Kms. de allí. En el pueblo era arto conocido por su afición a la red ferroviaria. Se conocía todos los maquinistas y fogoneros aunque con la modernización de la red, estos, más bien empezaban a escasear. Las diesel eléctricas empezaban a sustituir las locomotoras y la mayoría de las que seguían en activo, habían sido adaptadas al fuel.

Paco, el maquinista y su ayudante, José, el fogonero eran sus amigos íntimos. Tanto que le pasaban la consigna de la semana siguiente en mano cada sábado cuando su locomotora, una 240f pasaba por el paso a nivel. Tenían que reducir la marcha del automotor pero les daba igual. El orden del día, se debía entregar especialmente a ese guardabarrera. La estación era un depósito de vagones y locomotoras.

- ¡No me encuentro muy bien, Gloria! -. Manifestó un sábado, Antonio a su mujer al tratar de levantarse de la cama.

- Quédate un poco más. Hoy esperare yo la consigna y de paso les diré a Paco y José que avisen al médico. Llevas en ese estado varios días y ya es hora que te vea.

Aquel dia fue la mujer quien recibió los horarios y les paso el aviso para el médico a parte de sustituir a su marido en sus labores.

Pero Antonio no tardo en restablecerse gracias a los cuidados de su mujer y volvió a su tarea diaria de guardabarreras.


Paso el tiempo y su mujer murió. Antonio siguió solo en la barrera durante mucho tiempo hasta que un dia...

- ¡Van a sustituirte por uno automático! -. Le dijo Paco una tarde de domingo jugando al domino en la taberna del pueblo con José y otro más.

- ¿Cómo sabes tu eso? -. Le pregunto Antonio con los ojos muy abiertos.

- En la zona han expuesto un plano de todos los pasos a nivel a sustituir con mas riesgo y el tuyo esta en uno de los de primer orden. Será uno de los primeros en instalarse.

José lanzo una mirada circunstancial a su compañero. Este pareció comprender.

- Pero no me hagas mucho caso -. Intento rectificar -. A nosotros llevan prometiéndonos una 7600 desde hace dos años y seguimos llevando esa vieja cafetera de vaporosa alimentada con fuel.

- ¡¡Si pero vosotros lleváis haciendo ese cursillo seis meses y a mi no me han dicho ni esta boca es mía!! -. Exclamo vivamente excitado Antonio -. ¿¡Que voy hacer si me quitan lo único que sé hacer??

- ¡Tranquilízate Antonio! -. Le dijo José acogiéndolo amistosamente un brazo -. La compañía no os dejara en la calle así como así. Seguramente os prejubilaran antes y así no tendréis que padecer por el futuro.

El hombre lo mira con los ojos húmedos.

- ¡Que me importa a mí el futuro! He estado al pie de esa barrera durante casi toda mi existencia. ¡Es mi vida! Si me la quitan ya no sabré que hacer. Vosotros por el contrario, sois jóvenes. Tenéis una vida por delante. ¡¡No!! -. Casi chillo al tiempo que se levantaba -. ¡No voy a dejar que me quiten lo único que aun me mantiene en pie! Mi mujer y yo dejamos la piel en esa barrera. ¿¡Así nos lo agradecen...!?

-Los tiempos avanzan, Antonio -. Hablo pedro, el inspector de zona que estaba sentado allí con los demás -. Debes comprender que la automatización llevara más seguridad a toda la red.

- ¡¡¡Seguridad dices!!! -. Exclamo -. ¿¡¡Cuantos accidentes ha sufrido mi barrera mientras yo o mi mujer hemos estado al cargo!!? ¡Dímelo si lo sabes!

Antonio seguía de pie y Pedro no supo que responder. Tenía unos 36 años y llevaba en aquella zona dos. No podía saberlo. Ni se había molestado en averiguarlo. Lanzo una mirada interrogadora a los que creía compañeros suyos, pero tanto José como Paco bajaron la mirada. Ante todo eran amigos de Antonio.

- ...No lo se -. Logro decir al final -. Pero no me quitaras que la automatización es mucho más segura que la opción humana -. Logro decir con algo de convencimiento.

Eso pareció molestar mas aun a Antonio que intento replicar...

- ¡Antonio lleva 42 años en esa barrera! -. Exclamo José alzando una mano cortando de raíz la respuesta que iba a lanzar Antonio al tiempo que miraba fijamente a Pedro -. Durante todo ese tiempo jamás ha ocurrido ningún percance. Es por eso que lo han mantenido siempre en ese puesto. Si té molestas en echar una ojeada a su hoja de servicio comprenderás el por que la compañía siempre se ha obstinado en no moverle de ese lugar. El y su mujer, se han cuidado del paso. Es su vida, Pedro. Es por eso que este hombre defiende su puesto de trabajo.

El aludido asiente en silencio y no dice más. Se despide y sale de la taberna volviendo a casa en silencio.

- ¡No deberíais haberle dicho nada! -. Les reprocho José una vez comprobado que el guardabarrera ha salido y no puede escucharlos -. Ese puesto es toda su vida y cuando se lo quiten es probable que no viva mucho.

- ¡Eso no quita la realidad de la cuestión! -. Se excuso Pedro -. Los automatismos siempre serán mucho más eficientes que el factor humano.

- Con eso quieres decir que con el tiempo tambien nos sustituirán a nosotros... ¿no? -. Pregunta Paco con algo de malicia. Pero es José quien responde.

- No de momento porque la automatización no esta aun a ese nivel, pero de momento ya se habla de que los automotores lleven un solo conductor. El ayudante empieza a sobrar. ¿No es así, Pedro?

El aludido no se deja intimidar.

-Es el progreso. No lo podéis detener.

- Dime una cosa -. Le dice José de nuevo -. ¿Qué se ahorraría la compañía si Antonio llegara ahora a renunciar a su cargo? La prejubilación se la ahorraría, ¿no?

Paco mira a su compañero como si no comprendiera a donde quiere llegar. José sigue hablando como si Paco no estuviera allí.

- Es por eso que los dos os habéis puesto de acuerdo.

El aludido baja el rostro. Pedro ni se ruboriza.

- Hay mucho dinero en juego -. Admitió el de la zona sin que su voz denotara el menor tono de vacilación -. Tu tambien puedes entrar en la “negociación” si lo deseas.

Hay unos instantes de tenso silencio entre los tres hombres. Nadie en la taberna se percata de lo que allí ha ocurrido, se habla o se planea.

-¡Los dos sois unos desalmados! -. Rompio ha hablar José con el vivo enfado contenido dibujado en su rostro -. ¿No es Antonio el único, Verdad? Hay muchos más.

Pedro sonrió.

- No ha sido la punta de la lanza si eso te consuela.

-¿Sabes lo que le puede ocurrir a ese hombre si se le hecha...?

-Eso no es problema de la compañía, José -. Manifestó Pedro -. Ni tampoco el tuyo.

- Pues yo creo que sí -. Exclama José con ánimo de molestar -. El mismo pueblo se levantaría en contra de esa actuación. ¿Cuántos billetes podría perder la compañía en esta estación, Pedro? ¿Lo sabes?

- Puede que algunos pero no lo suficiente para evitar la automatización -. Se defiende-. Dentro de dos semanas se procederá a ello. La notificación ya esta en camino. Nada lo puede evitar.

Paco y José se miran en silencio sorprendidos. ¿Tan deprisa iba a ir aquello?

Pedro se levanto.

- La verdad es que lo siento por él. Pero el progreso es inevitable. Terminad vuestra bebida y volved a vuestra casa -. Añadio -. El futuro es incierto para todos -. Y se fue sin más.

Paco y José permanecieron en silencio durante mucho rato sin beber. No les gusta lo que acaban de oír. Apreciaban a Antonio y no querían que la barrera fuera automatizada. No en aquel momento. Pero nada pueden hacer por evitarlo.

Las obras de la automatización empezaron aquel mismo lunes. Antonio nada dijo al respecto. Pero su rostro se entristeció y envejeció tres años por lo menos cuando vio a los obreros llegar.

La semana siguiente siguió con normalidad hasta el sábado que le pasaron a Antonio la última consigna. El domingo no apareció por la taberna. Sus amigos creyeron que se había disgustado con ellos al recibir la carta de despido.

Este les recibió esta vez sin ninguna emoción. Según Paco y José permaneció como ausente. Les recogió la nota y ni siquiera se digno a mediar ni un solo comentario.

El lunes le vieron al pie de la barrera como si nada. El martes y el miércoles sin novedad hasta que el jueves, su habitual figura se encontró a faltar.

- Que extraño que Antonio no este en su sitio -. Comenta el maquinista sin dejar de mirar la barrera cerrada mientras se aleja de ella.

José imito a paco en su mirada.

- A lo mejor la barrera ya esta automatizada y no se han acordado de avisarnos.

- ¡No lo creo! Seria lo primero que nos pondrían en conocimiento en caso de que se pusiera en servicio activo. Eso es que le ha ocurrido algo -. Comenta paco con semblante sombrío volviendo el rostro al frente -. En la próxima estación pasaremos el aviso.


Al dia siguiente antes de arrancar su automotor 240f, Pedro, el jefe de zona se les acerca mal humorado.

-¿¡No me dijisteis que Antonio, hasta ante ayer, estaba en la barrera??

Paco y José se miran algo sorprendidos.

-¡Naturalmente! -. Exclama Paco algo molesto por el tono empleado por Pedro -. Cada dia ha estado allí al pie del “cañón”. Lo hemos visto con nuestros propios ojos.

-¡Todos decís lo mismo! -. Sigue exclamando casi fuera de sí -. ¿¡Es que acaso os habéis puesto de acuerdo al tiempo que locos…!?

Paco y José se miraron confusos sin saber de que iba todo aquello.

-La verdad es que no sabemos que estas hablando, Pedro -. Dijo José tratando de serenar al hombre -. Las consignas y las órdenes, Antonio, las recibió conforme lo dictamina la reglamentación. La verdad... -. Añade muy a su pesar -. Es que no estaba muy comunicativo estos días. ¿Es que ha ocurrido algo?

Pedro mira unos instantes en silencio a los dos trabajadores con apariencia incrédula.

- ¿Estáis tratando de tomarme el pelo todos los maquinistas de este depósito? ¿Os habéis puesto de acuerdo acaso para volverme loco?

- ¡¡Aquí nadie se ha puesto de acuerdo, Pedro!! -. Exclama Paco molesto del tono empleado por su jefe -. Si Antonio ha hecho algo que no debe, reclamárselo. Al fin y al cabo, la idea de deshacerse de él, fue de los mandos superiores con tu beneplácito.

- Eso es verdad -. Añade José -. Ya hemos comprobado esta mañana que la barrera automática funciona a la perfección.

- ¿Sabéis que la zona esta pensando en abriros a todos un expediente por lo ocurrido? -. Trata de explicar Pedro -. Si me decís de quien es la idea podré suavizar algo la abertura de esos expedientes y solo saldrá perjudicado ese mentecato sin más.

- ¡¡¡Pedro!!! -. Chilla Paco -. ¿¡¡Quieres explicarnos de una vez que diablos ha ocurrido y el por que de todo esto!!!? Nosotros no sabemos nada de nada -. Sentencio muy mal humor.

Pedro miro en silencio de nuevo a los dos hombres. ¿¡Seria verdad que no sabían nada??

Sin convencerse, se volvió en silencio y se fue ante la atenta mirada de los dos hombres.

Juan, un peón que desde lejos había presenciado la escena se les acerco.

- ¿Qué le habéis dicho que se va tan cabizbajo? -. Pregunta sin dejar de mirar como se alejaba. Es José el que responde.

- Nada. Solo nos hemos defendido -. Respondio añadiendo... -. Al parecer Antonio ha hecho una de las suyas.

El recién llegado dibujo una mueca en su rostro.

- ¡Ya lo creo que lo ha hecho! -. Empezó a explicarse el hombre -. ¡Se ha muerto dejando la barrera sin protección!

Paco y José se volvieron a la vez a mirandose sorprendidos sin creer lo que estaban oyendo.

Juan adivino por el semblante de los dos hombres que aun no sabían nada.

- ¿Es que no os ha dicho el jefe que Antonio ha muerto?

- No se ha entretenido mucho a decírnoslo -. Explica José en tono algo sarcástico -. ¿Qué ha sido? Un ataque al corazón ¿no?

- Los médicos todavía no lo saben. Mañana, creo, que le harán la autopsia.

Paco, que ha permanecido en silencio escuchando, se vuelve hacia el hombre.

-Sin embargo todavía no nos has dicho por que toda la plana superior esta que arde con nosotros. ¿Qué se supone que hemos hecho?

- ¿Lo dices en broma, Paco? -. Le responde el peón incrédulo.

---- ¡Juan! -. Exclamo José impaciente -. A pedro no le podemos propinar ningún “jarabe de palo” pero a ti sí. ¡Quieres decirnos de una vez que es lo que ha ocurrido!

El hombre mira a uno y luego al otro con rostro incredulo.

- Es sobre la muerte de Antonio -. Empieza a decir el hombre sin perder detalle de los rostros de Paco y José -. Estos últimos días, se supone, que la barrera ha estado funcionando gracias a alguien que se ha estado haciendo el gracioso, ocultando la muerte del desdichado Antonio.

- ¿Estos últimos días, dices? -. Repite Paco confuso -. Anteayer lo vimos ante su barrera como de costumbre -. Dijo Paco buscando el apoyo de José con la mirada.

- Lo bueno e increíble del caso es que todos los maquinistas y fogoneros coincidáis en eso -. Replica Juan con aire un tanto ironico. -. Incluso hay algún pasajero que dice lo mismo, sin embargo los forenses que le han reconocido desde el primer momento, coinciden en que lleva muerto más de una semana. Lo encontraron en su cama ayer, a primera hora de la tarde. Por eso ayer por la tarde pusieron en funcionamiento la barrera automática sin previo aviso.

FIN

Publicado con Permiso de Badia 4000 & Plataforma N